Relato presentado al concurso de El TINTERO DE ORO.
Nunca conoceré a mi padre. Mi madre me contó, con la mirada perdida y un rictus de desconsuelo en el rostro, que era un valiente soldado, que perteneció a la resistencia y que luchó por sus ideales como militante del Partido Comunista. La Guerra Civil le obligó a exiliarse en el año 1939, cuando yo apenas tenía unas semanas de vida. Él lo explicaba en la carta que ella me leyó incontables veces.
La milicia sublevada los tenía cercados. En el aire retumbaban, como zumbidos de muerte, los chasquidos de las balas que escupían los fusiles. El cielo, denso y rojizo, pesaba como una lápida, al igual que el espanto reflejado en los ojos de los hombres malheridos. Un ferroso hedor a sangre humedecía la tierra. El batallón del ejército republicano intentó la huida. Varios fueron alcanzados y cayeron en el suelo como plomo endurecido. Mi padre, José Salazar, logró escapar a pesar de que un disparo le impactó en el hombro. Los nacionales le perseguían sin tregua y el retroceso le fue imposible; la suerte le permitió llegar hasta la frontera portuguesa y desde allí embarcar hacia horizontes desconocidos.
He crecido sintiéndome la hija de un héroe, orgullosa de la herencia que me corre por las venas y del nombre que poseo: Josefa Salazar. El deseo inamovible de viajar a las Américas para encontrarle siempre anidó en mi alma. Al cumplir los treinta años, tras la muerte de mi madre, he volado a Buenos Aires a la caza de una dirección impresa en un sobre amarillento. He rastreado las calles, he preguntado en hoteles, he buscado en los servicios sociales, he indagado en hospitales, en comisarías…
Hoy, por fin, después de nueve meses de ardua búsqueda, José Salazar se entrevista conmigo. Me confiesa que mintió en la carta que le muestro, que el valiente militar fue un marido muy cobarde. Descubrió que yo era hija de un primo del dictador, fruto de una violación. Asesinó sin pensarlo al perverso agresor. Luego se sintió incapaz de volver junto a nosotras porque no pudo aceptar a la cría de un fascista; solo se le ocurrió huir y justificar la fuga con engañosas palabras. Y ahora me quedo perpleja, abatida, despojada, con una frase maldita martilleando mis sienes, mordiéndome las entrañas: «Nunca conoceré a mi padre».
Pilar González
48 comentarios en “Nunca conoceré a mi padre”
Tanto más crece el esfuerzo, cuanto más consideramos la grandeza de lo emprendido. Tus ganas por ser a cada instante alguien mejor harán que día a día avances un poco más hasta lograr todos objetivos. Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, por tanto, no es un acto, sino un hábito. La vida es un carnaval e incluso hasta la amargura y la soledad se quitan el sombrero en una de reconocimiento y respeto.
Felicidades como siempre por este increíble blog.
Saludos y muchos abrazos de tu amigo Samuel Parra. PD. Te invito a visitar mi última publicación llamada GRASA MENTAL: MI GUERRA CONTRA LA OBESIDAD
Me ha encantado la historia, pero el final me ha dejado un poco perpleja, aunque bien mirado refleja la vida tal cual es.
Un cordial saludo
¡¡Ah!! esperoque avises cuando publiques el Espejo egipcio!!
Así es, el final refleja la dureza de las guerras y las barbaridades que se cometen en ellas.
El espejo egipcio saldrá a primeros de julio en Amazon y te avisaré. Un abrazo.
Hola, Pilar. has escrito una historia magnífica. El giro final me ha dejado perpleja.
Un abrazo
Muchas gracias por tus palabras, mireugen. Me alegro de que el relato te haya gustado y de que lo valores de este modo. Otro abrazo para ti.
Hola Pilar.
¡Lo tuyo es brutal! En un espacio muy corto, nos cuentas una historia grande, llena de matices y de sorpresas. De muy buen formato y ese final imprevisible.
Muchas felicidades y suerte en el Tintero.
José Torma
http://www.cuentoshistoriasyotraslocuras.wordpress.com
Hola José, muchas gracias por tus palabras. Me alegro de que la historia te haya gustado y de que hayas dejado este comentario en mi blog. Un abrazo.
Un cruel final, como casi todos cuando hay guerra de por medio.
Un abrazo
Hola David, gracias por dejar tu comentario. La crueldad de la guerra se siente, tanto mientras dura como después de que haya terminado. Un abrazo también para ti.
Hola Kan, me alegro de que te haya gustado el relato. Gracias por visitar mi blog y por tus palabras. Un abrazo.
Hola Pilar,
!Que impactante relato!
Una historia desgarradora, propia de las que dejan esas guerras. El giro magnífico e impredecible. Me encanto, buena lectura!
Suerte en el tintero!
Duro relato que me ha emocionado. Esas guerras absurdas que marcan a quienes las viven y siembra de dolor la Tierra.
Un abrazo, Pilar y suerte.
Gracias, Ana, por visitar mi blog y por tu deseo. Saber que mi relato te ha emocionado me alegra mucho.Otro abrazo para ti.
Las guerras que dejan cadáveres a su paso, más tarde nos traen recuerdos amargos y siguen matando ilusiones preconcebidas.
Un abrazo y suerte.
Sí, el dolor de las guerras se extiende a lo largo de los años. Gracias, Francisco, por visitar mi blog y comentar. Un abrazo también para ti.
Hola Pilar, un relato con fuerza que nos traslada a un escenario complejo donde los protagonistas se vuelcan en obtener una identidad construida con mentiras.
Interesante y agradable de leer.
Un abrazo y suerte en el concurso El T. de Oro.
Gracias, Puri, por visitar mi blog y comentar. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
Buen relato,
Suerte en EL TINTERO.
Gracias, Macondo, por visitar mi blog. Un saludo.
Es muy duro descubrir la verdad cuando este conlleva un gran desengaño. Las mentiras suelen acabar descubriéndose y dañando a quien afectan. Este es el relato de alguien que fue objeto de ese engaño, por parte del padre y de la madre, la cual también le ocultó la verdad. Es por ello que muchos prefieren no conocer la verdad y vivir engañados.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Me alegro de que te haya gustado, Josep. Gracias por comentar. Un saludo.
Los conflictos bélicos sirven, a menudo, como cortina de humo para tapar las razones de comportamientos vergonzantes. Triste destino el de Josefa.
Suerte en el tintero.
Un saludo.
Gracias Kirke, por visitar mi blog y comentar. Las guerras nunca traen nada bueno. Un saludo también para ti.
En las guerras muchas historias se distorsionan amparadas en la confusión propia de tiempos convulsos.
Triste historia la de Josefa.
Suerte en el tintero.
Un abrazo.
Bonita pero triste historia, para quedarse perpleja Josefa, efectivamente.
Mucha suerte en el concurso, Pilar.
Besos
Gracias, Chelo, por dejar tu comentario. Un abrazo.
La frase de “Nunca conoceré a mi padre” actúa casi como un mantra, es el eje y el epicentro del relato contado en primerísima persona, con lo cual el sentimiento es personal… no se habla de una guerra lejana, y aunque la narradora no la vivió directamente, sí que sintió los efectos colaterales, tanto como la pérdida irremediable de un padre ¡casi ná!
Además de dolor y tragedia, (desconsuelo, muerte, espanto, hedor a sangre), hay una velocidad tremenda en el relato, seguramente por los numerosos verbos de acción (volar, indagar, buscar, rastrear…) y oraciones dinámicas,( escupir de fusiles, chasquidos de balas)y las frases cortas.
El desencanto final es, si me lo permites, “una putada”
Suerte en el tintero Pilar
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Muchas gracias, Tirma, por visitar mi blog y comentar. La verdad es que el final es terrible, pero creo que si hubiese tenido un final feliz el relato habría perdido fuerza. Un abrazo.
Crudo relato, sumamente conmovedor.Duele leerlo pero son casos que existen lamentablemente.Suerte en el concurso!!!!! un abrazo
Gracias, Graciela, por visitar mi blog y comentar. Como bien dices es una historia lamentable que representa a muchos casos reales. Un abrazo.
Hola Pilar, tu relato interesa desde la primera frase. Me gusta mucho la forma de narrarlo. Cuando la protagonista encuentra a su padre esperaba que el conflicto tuviese un final feliz. Luego un giro imprevisto hace que no ocurra. Un relato muy bien planteado, de un tema duro, la búsqueda de los orígenes. Felicidades Pilar. Un abrazo.
Hola Mirta, me alegro que te haya interesado el relato. En verdad es un tema duro, y en muchas ocasiones no tiene un final feliz. Gracias por comentar. Un abrazo.
Hola Pilar, creo que no ha salido publicado el comentario que te acabo de mandar, snif, snif
Sí ha salido, Emerencia, y te he respondido.
Hola Pilar, ese descubrimiento final, qué honrosa búsqueda para sentirse hija hija anónima. Un relato con mucha fuerza, una historia contada con fluidez, describiendo hechos y a la vez no descartando una esperanza final. Un abrazo
Hola Emerencia, gracias por visitar mi blog y comentrar. Un abrazo.
He leído con sumo cuidado tu relato porque me he sentido atraído por la fuerza, por la potencia que tiene la historia. Has puesto a la narradora-protagonista a contar su propio drama y eso le da más vigor, más intensidad. Una historia desgarradora como tantas que se refieren a la búsqueda de la identidad, una travesía sentimental muy fuerte que es difícil de comprender por los que no han pasado por la circunstancia de la búsqueda de los padres. La escena del encuentro con la verdad de su origen es durísima y contada en forma excelente. Un cuento circular, que se cierra con la misma frase, con todos los atributos que debe tener un relato corto. Un placer leer tu excelente texto. Te deseo la mejor de las suertes en el concurso. Un abrazo, Pilar!!
Ariel
Gracias, Ariel, por visitar mi blog y comentar. He tratado de que la historia tuviese fuerza precisamente porque el tema que trata es, como tú bien dices, desgarrador. Me alegro de que te haya gustado y agradezco tus palabras de reconocimiento. Es un honor que alguien que escribe tan bien como tú, y que ha ganado tres veces El Tintero de Oro, valore así el texto. Un abrazo también para ti.
Gracias, Pilar, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!!
Gracias a ti, David, por tu concurso y tus magníficas galas. Un abrazo.
Qué cantidad de historias nos ha legado la triste guerra que vivimos en este país. Algunas reales, otras inventadas, y otras seguramente tendrán un poco de las dos cosas. El caso es que el tiempo transforma las desgracias en épica y retrotraerse a esa época dura constituye un filón para los buenos contadores de historias. Tu relato no se limita a contar, sino que refleja los hechos desde el sentimiento íntimo de la protagonista, su idealización del héroe, su ansiedad por el encuentro y su decepción final al averiguar que todo aquello en lo que había creído era una farsa. Empezarlo y cerrarlo con la misma frase, sin duda ha sido un acierto. Te deseo mucha suerte en el Tintero, Pilar. Un abrazo.
Gracias, Jorge, por visitar mi blog y comentar mi relato. Me alegro de que te haya gustado. Otro abrazo para ti.
Un buen relato Pilar de esos que la guerra deja la huella, cuantos hijos de las violaciones no saben quien es su padre. Es tremenda esa historia. ¡Suerte en el concurso!. Un abrazo
Gracias, Mamen, por tu comentario. Sí, es muy triste, pero eso es lo que todas las guerras traen, tristeza, violencia y destrucción. Un abrazo.
Muy bonito eres una escritora muy buena
Muchas gracias!!! Me alegro de que te lo parezca y espero que mucha más gente piense como tú. Un beso.
Has construido un relato redondo, en más de un sentido, con esa tremenda frase de inicio y cierre, que después de hacernos transitar por caminos de incertidumbre, esperanza y amarga decepción, nos devuelve al punto de partida. Notable el estilo narrativo con imágenes de gran fuerza expresiva.
Suerte en «El Tintero». Un abrazo, Pilar.
Muchas gracias, Francisco Manuel, por visitar mi blog y por tus palabras, que me alegran y me animan a seguir escribiendo. Un abrazo también para ti.