LA ACEPTACIÓN DE LA REALIDAD.
Muchas veces surgen conflictos entre lo que somos, lo que nos está sucediendo y lo que deseamos que sea, lo que queremos ser o lo que creemos que debería ser. Ello nos lleva a frustrarnos porque no somos como quisiéramos, y en otras ocasiones nos hace querer huir de nuestra realidad, es decir que tendemos a evitarla. De este modo nos perdemos vivir el presente, nos generamos dolor y sufrimiento.
Aceptar la realidad no debe confundirse con aguantar o resignarse, por el contrario aceptar es dejar de comparar, dejar de rechazar y encontrar paz interior. De hecho el rechazo suele incrementar aquello contra lo que luchamos mientras que la aceptación es la que conduce al cambio. Esto es lo que en terapia Gestalt llamamos “Teoría Paradójica del Cambio”. En un ejemplo simple se puede ver más claramente: Suponiendo que yo sea una persona intolerante y que no me guste serlo, si rechazo mi intolerancia estoy haciendo crecer este aspecto de mí, ya que estoy siendo intolerante con mi propia intolerancia, en cambio si acepto que soy así, comienzo a ser tolerante con mi intolerancia, y ello la hace disminuir, en este caso mi tolerancia empieza a crecer. Por tanto afrontar lo que soy actualmente, lo que soy aquí y ahora, lo que me está sucediendo, es el primer paso para solucionar los conflictos y modificar mi realidad.