¡Llega la Navidad!

De nuevo adornamos nuestras mesas con turrones, mazapanes, polvorones y alfajores. Las calles se iluminan con estrellas de colores y suenan villancicos por toda la ciudad. Es tiempo de festejar, de reuniones familiares, de pandereta, de regalos, de abrirnos a los demás.

¡Llega la Navidad!

Y con ella nuestras emociones afloran y se agitan. La alegría del encuentro nos inflama cuando regresan nuestros seres queridos, los que fueron a buscar horizontes de esperanza. Es época de disfrutar, de zambullirnos por completo en cualquier sentimiento que surja. Añoranza y tristeza nos invaden por aquellos que faltan y que echamos de menos. La empatía despierta de su sueño, nos vuelve generosos: repartimos comida, visitamos enfermos, miramos a los ojos, compartimos nuestro tiempo… El afecto nos eleva en sus brazos de espuma y nos hace más tolerantes.

Llega la Navidad y con ella, al menos por unos días, nos tornamos más humanos porque sin emociones somos autómatas.